Miguel Delibes, hasta siempre.

No es que me haya enterado tarde, ha sido noticia
recibida por todos la muerte del brillante escritor, el pasado día doce de marzo, Miguel Delibes. Simplemente he querido esperar un tiempo para observar y analizar reacciones. No me ha sorprendido el típico y merecido homenaje post mórtem, que ha servido para rememorar su trayectoria profesional y vital; tampoco me ha causado impresión la venta masiva de sus obras en esta última semana, como si muerto el escritor las obras perecieran junto a él. Es esto, quizá, lo que me ha llamado a la reflexión y al auxilio de la literatura de Delibes.

¿Por qué nos vemos en la necesidad de leer ahora El hereje, ver Los santos inocentes o localizar un teatro donde representen Cinco horas con Mario? Las obras hay que buscarlas cuando el marco existencial o social lo demanda o cuando ellas te eligen, no hay que forzar el encuentro; porque su entendimiento no es cuestión del tiempo como dimensión material sino del tiempo humano. Y es este tiempo el que trató Miguel Delibes con mano austera, corazón solidario y genial entendimiento, que como clásico supera límites cronológicos y espaciales para hacerse escritor del hombre y del mundo ayer,hoy, mañana y siempre.

Por eso, espero disfrutéis de sus obras como yo he tenido el privelegio de hacerlo: mimetizándome en ellas cuando vinieron, cuando me apetecieron. Y por suerte aún me quedan por leer, no voy engañarme diciéndoos que lo leí todo y que lo sé todo sobre su literatura, porque no es así, ni quiero, no ahora. Deseo que cumplamos entre todos el fin de su arte: que sea camino de todos y que viva eternamente.

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